El sistema monetario de los Países Bajos quizá sea uno de los más complejos de Europa: las implicaciones políticas y militares con los ingleses, los franceses y los Habsburgo determinaron que los numerarios y los tipos fueran numerosos y cambiantes. Cuando ciudades como Amberes y Rotterdam se convirtieron en centros de comercio de importancia mundial, en esta zona empezaron a circular muchas monedas extranjeras que también fueron imitadas y falsificadas con toda desenvoltura. Entre ellas se contaba también el florín, la moneda florentina adoptada en muchos países europeos.
Las monedas de oro
La riqueza de los Países Bajos se concreta en una cantidad de monedas de oro en verdad notable: en la primera mitad del siglo XV tenemos el caballero o rijder, emitido por Borgoña, que presenta un hombre a caballo; el león de oro o leeuw, también borgoñón, con la figura del patrono, san Andrés. La base del sistema holandés era el stuiver o doble grueso, una moneda de plata que, sin embargo, tenía varios valores en el interior de numerosas regiones: en Flandes valía 48 mite (la unidad monetaria menor), y en Brabante, 72. Muy utilizado también era el groot, una moneda afín al tornes francés y que se remontaba al siglo XIII. Hasta 1520 la moneda holandesa conservó un estilo medieval: se trata de piezas de oro, el toisón de oro (tipo acuñado por vez primera en tiempo de Felipe el Hermoso de Francia, y emitido también en plata, para celebrar la antigua orden del Toisón de Oro) y un florín que presentaba la efigie de san Felipe.
Las monedas de isabel
La guerra, larga y sangrienta, contra la hegemonía española tuvo Importantes repercusiones en la moneda holandesa: en las regiones empeñadas en la contienda se produjeron muchas emisiones extraordinarias, necesarias para el pago de las tropas. Una vez conquistada la independencia (1579), las provincias del Norte adoptaron un sistema monetario propio, mientras que las provincias del Sur permanecieron vinculadas al reino de España y a sus reglas monetarias (Flandes, Brabante, Tournal y Luxemburgo). Fue importante la renovación monetaria llevada a cabo bajo Isabel, hija de Felipe II y esposa del gobernador de los Países Bajos, Alberto de Habsburgo (1598-1621). El sistema, destinado a mantener la estabilidad por muchos años, se basaba en el ducado (3,50 g, ley 990/000) y comprendía el doble ducado (la iconografía estaba caracterizada por los retratos de ambos soberanos) y el albertino, de 2,86 g de peso, con ley de 883/000. Por lo que se refiere a las monedas de plata, recordemos el florín y el doble florín. Estos años registraron momentos de gran incertidumbre en materia de divisas, debida al lanzamiento al mercado de grandes cantidades de oro y de plata. La oscilación del metal precioso condujo a la introducción de una nueva unidad de medida para el oro, la soberana, con peso de 5,61 g: la moneda, que presenta a los príncipes entronizados, fue muy apreciada en las regiones de Levante. En las provincias del Norte (entre ellas Holanda, Zelanda y Utrecht) se pensó en una moneda homogénea en la que, sin embargo, cada provincia pudiera utilizar sus propias armas heráldicas. La primera emisión de dichas monedas, llamadas leewendaalder o daalder de los leones, tuvo lugar en 1575: son de plata y presentan los leones del escudo holandés alzados sobre las patas traseras. La ley era muy baja (750/000), pero la pieza tuvo éxito y circuló ampliamente en el interior de los territorios de las colonias americanas, donde se conoció con el nombre de dog dollar, o sea dólar del perro: esa fue la interpretación que se dio a los leones, mal acuñados, que caracterizaban las monedas. Hacia finales del siglo XVI se introdujo otra pieza de oro destinada a tener amplio éxito: el ducado, semejante, en los tipos, al húngaro. La iconografía del anverso presenta un jinete de cuerpo entero, con armadura, espada y un haz de flechas, mientras que el reverso está caracterizado por un pliego de papel semienrollado. Muy hermoso y difundido es también el rijksdaalder de plata, en el que Guillermo I de Orange, artífice de la libertad holandesa, se representa en un hermoso retrato, revestido con una pesada coraza y portando una gran espada, según el típico modelo de los príncipes sajones.
Las monedas cuadradas suecas
En 1523, el rey Gustavo Vasa fundó el Estado nacional sueco (desde 1393 Suecia estaba unida a Noruega y Dinamarca, formando un único reino). En 1534, el soberano quiso dotar a su país de algo parecido al tálero, la moneda de plata más difundida en los mercados: así nació el daler.
Gustavo II Adolfo (1611-1632) introdujo las primeras monedas cuadradas, de cobre. El detalle no es baladí, porque también son cuadradas las famosas platmynt (literalmente, monedas laminares), piezas muy especiales y características. Ante todo, se trata de monedas económicas por peso y dimensiones, puesto que son las mayores del mundo hechas de cobre. Otra peculiaridad consiste en la iconografía: están contramarcadas en las esquinas, y llevan el equivalente en moneda de plata (sylfmynt). Se trata de monedas de necesidad, o sea acuñadas y utilizadas en momentos de especiales dificultades, y por tanto fabricadas con materiales y técnicas improvisados: no era infrecuente que para producir las platmynt en las cecas de Avesta, Arboga, Ljusmedal, Semlan, Estocolmo y otros centros menores, se utilizara el metal recortado de otras monedas. Se ha dicho que se trata de piezas de necesidad: en efecto, entre 1644 y 1776, las condiciones de Suecia fueron decididamente precarias, aunque con fases alternas. Esos años corresponden a la primera y a la última acuñación de las platmynt. Los suecos hubieron de afrontar no menos de diez guerras en poco más de un siglo, conflictos que en ocasiones duraron varios años. Las primeras platmynt aparecieron bajo el reinado de Cristina, en el poder de 1632 a 1654. Tras el felicísimo reinado de Gustavo Adolfo, Suecia perdió el control del Vístula y los elevados ingresos procedentes de los derechos de navegación. Esta circunstancia, junto con un constante estado de guerra, provocaron una crisis financiera muy grave que condujo al nacimiento del primer ejemplar de platmynt: una pieza de 10 daler, de 19,700 kg de peso, una auténtica monstruosidad (aunque existían de 8 y de 14 kg, de 2 y de 1 daler). Las enormes dimensiones se explican por el principio de que estas monedas de cobre debían respetar el valor nominal equivalente de la plata.
Las klippen danesas
Tras las carestías, las graves dificultades económicas y las guerras, Dinamarca produjo las klippen, monedas de formas diversas, por lo general cuadradas, triangulares y rómbicas, acuñadas en piezas de metal cortado (klippe significa en sueco cortar con tijera). Las primeras de las que se tiene noticia se remontan a las primeras décadas del siglo XVI y corresponden a Cristian, soberano de Dinamarca, y a su antagonista, el sueco Gustavo Vasa. El rey danés logró conquistar Suecia en 1520, pero Vasa, futuro primer soberano de este país, organizó una denodada resistencia. En este difícil momento (de 1519 a 1523), ambos rivales acuñaron klippen, muy probablemente para pagar a las tropas que intervinieron en la lucha. Los recortes llevaban impresos pocos datos: el nombre de los soberanos y la indicación del valor, que obviamente variaba según el peso y el tipo de metal empleado. Las klippen, en efecto, y a diferencia de las platmynt, casi todas de cobre, podían ser de plata y de oro. Cristian de Dinamarca mandó acuñar klippen cuadradas con el cuño redondo. Hay valores de ellas de 14 y 16 pennlng de plata (pero con una ley muy baja) y de cobre de 3 o 4 penning. Estas piezas se llamaban también kongkllpping, o sea monedas cortadas por el rey, quizá para distinguirlas de las de Vasa, que en aquel tiempo aún no era rey.
La rusia de pedro el grande mira a Europa
Mientras en Europa el oro era el principal metal de las divisas (piénsese en el florín, el cequí o el ducado), en Rusia, en tiempos de Iván el Terrible (1533-1584), el precioso metal circulaba sólo en forma de donativo y no como moneda de cambio. El acceso al poder de la dinastía Romanov (de 1613 a 1762 y de 1762 a 1918 como Romanov Holstein Gottorp) cerró un período muy difícil para Rusia, caracterizado por desórdenes, levantamientos internos y dramas como la ocupación de Moscú por los polacos. Fueron momentos muy complicados, en los cuales la moneda no gozó de particular atención.
Sólo en el siglo XVII el gran Estado adoptó una moneda estable y cuidada en la ejecución: el rublo tomó las características del tálero europeo y se convirtió en el eje del sistema monetario ruso, que comprendía también la copeca y la poltina, de cobre. Pedro I el Grande (1682-1725) emprendió profundas reformas que abarcaron todos los campos y todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos y de la organización del Estado. Fascinado por Europa, que conocía muy bien, por los progresos científicos, por la economía y por la política de los países más en vanguardia, Pedro quiso dotar a su imperio de una administración y un ordenamiento social de los más modernos, combatiendo sin tregua las supersticiones y las tradiciones obsoletas.
Naturalmente, un plan tan amplio preveía también una renovación monetaria, que se llevó a cabo mediante la multiplicación de las cecas y la modernización de las técnicas de acuñación. Se intensificó la producción de piezas de metal precioso, y las representaciones se volvieron más refinadas y cuidadas: los retratos de zares y zarinas con atavíos occidentales cada vez fueron más hermosos. Se dedicó mucha atención a los atributos de la soberanía: cetro, orbe y corona, así como majestuosas águilas bicéfalas, testimonios de que se reconocía ampliamente a la moneda su función oficial y de testimonio de autoridad. A propósito de la figura del águila de dos cabezas, característica de las monedas rusas hasta la Revolución de Octubre, tiene sus orígenes en el mundo bizantino, y ya la adoptó Iván III Vasílievich.
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